El pasado mes de junio tuvimos la fortuna de degustar y comparar junto a nuestros clientes varias añadas del magnífico vino que realiza Bodega Achaval Ferrer. Las etiquetas fueron el Químera 2007, el Químera 2008, el Químera 2009 y el Malbec Mendoza 2010. La degustación se complementó con un dúo de músicos que ejecutaron temas de Jazz y Tango, tablas de quesos y fiambres, pan casero y el aceite de oliva Olio, también de Bodega Achaval Ferrer. A continuación las respectivas notas de cata, algunas reflexiones y la conclusión sobre estos exóticos grandes tintos.
Químera 2007: Rojo rubí profundo, entre media y alta. Aromas amplios, fruta madura, carne, tabaco y nuez moscada. En boca es equilibrado, armónico, de una acidez apenas marcada, los taninos son entre sutiles y firmes, untuosa materia. Después de una hora abierto, se desprenden unos aromas increíbles donde predomina el regaliz.
Químera 2008: Rojo rubí más profundo que el anterior, una densidad alta. Aroma más cerrado. Se aprecia menos frutalidad que el anterior, el tanino está mucho más marcado, texturado, pero igualmente interesante. Una versión más expresiva de boca, con cierto retrogusto amargo, como para acompañar carnes asadas o guisos muy especiados.
Químera 2009: Rojo rubí profundo, entre media y alta. Aromas muy elegantes, delicados y atractivos. Vainilla y anís. La boca es frutal y sus taninos redondos. Apenas, un toque de retrogusto amargo y persistente. Carnoso, matérico y untuoso. Muy tomable, vuelve al equilibrio y armonía del 2007 pero más fresco.
Malbec Mendoza 2010: Rojo rubí, densidad media. Brillante. Aromas a fruta fresca. Joven y expresivo, de taninos muy suaves, acidez justa. Después de los vinos anteriores, más estructurados, se presenta muy amable, fácil de tomar.
Conclusiones. Los vinos de Achaval Ferrer se presentan con una gran personalidad. La fermentación en barrica, la calidad de la fruta, el conocimiento técnico, entre otros factores, les confiere una identidad y carácter exótico pero que podemos simultáneamente identificar como universal, definitivamente moderno. Es un trabajo magistral de bodega, una alquimia que sabe balancear el destino de la naturaleza con la voluntad humana. No obstante, podemos percibir el salto que se produce en la añada 2008 de Químera, que si bien no podemos decir como discontinua de la calidad de la línea, no escapó a los factores climáticos que caracterizaron a la cosecha 2008 en Mendoza, año de mucha lluvia. Algo sucedió que a este vino donde predomina la cepa Malbec se debió incorporar un toque de Petit Verdot y más protagonismo del roble, cosa que repercutió en la tanicidad del mismo. Si bien continuó siendo un gran vino no tiene la misma identidad de las añadas 2007 y 2009, dónde predomina lo sutil, la elegancia y los amplios y delicados aromas. En este sentido podemos decir que el contenido de las botellas degustadas es siempre verdadero, es imposible estandarizar las cualidades específicas en estos vinos, son el auténtico reflejo, sensible de una realidad de factores tan compleja como la que rodea a la realización del mejor producto.
Otra de las degustaciones de vinos de Alta Gama de la vinoteca y
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